Los seres que formamos el universo compartimos los ciento y pocos elementos que lo constituyen. En las estrellas se generan esos elementos que después se derramaran por el cosmos formando nuevos sere; en realidad somos » hijos de las estrellas «.
El que seamos hombres y no piedras, árboles o gorriones, depende del número y la forma especial de componerse esos elementos químicos. Hemos tenido «suerte“… de no ser una mosca o un sapo… pero seguimos siendo una parte, aunque ínfima, eso que llamamos universo.
El respeto a los demás seres que nos rodean parece ser una consecuencia lógica para que contribuyamos a mantener ese orden cósmico.